De curador de arte a curador de IA
La curaduría no murió con la llegada de la inteligencia artificial. Cambió de escenario. De los museos al mundo digital, sigue siendo el arte de elegir lo que importa.
De los museos al universo digital
Cuando me gradué en arte, soñaba con ser curador. Mi visión era clara: recorrer galerías, seleccionar piezas, dar forma a exposiciones que contaran una historia. El curador era el puente entre la obra y el público.
Hoy, ese sueño tomó otra forma. Ya no estoy frente a cuadros enmarcados, sino frente a pantallas llenas de outputs generados por IA. Miles de imágenes, textos y variaciones aparecen en segundos. Y sin embargo, mi rol sigue siendo el mismo: escoger qué vale la pena mostrar.
La esencia de la curaduría: separar ruido de significado
Curar siempre ha sido más que seleccionar. Es un ejercicio de dar sentido, jerarquía y narrativa.
En el museo, elegía entre obras. En el entorno digital, elijo entre outputs. En ambos casos, el valor está en la mirada humana:
- Decidir qué conmueve y qué no.
- Conectar piezas dispersas en un relato.
- Filtrar lo que construye identidad y descartar lo que confunde.
La curaduría no desapareció. Se amplificó.
La IA como nueva sala de exposición
Si el museo era un espacio físico con paredes blancas, la IA es una sala infinita donde las piezas se generan sin parar.
Pero igual que en un museo:
- No todo merece exhibirse.
- No todo representa valor cultural o estratégico.
- No todo conecta con el público.
La máquina puede producir, pero la legitimidad viene de la selección humana. Ser curador hoy significa dar forma al caos digital para transformarlo en experiencia con propósito.
El rol del curador: antes y ahora
La esencia no cambió:
- Antes: elegir entre obras físicas.
- Hoy: elegir entre outputs digitales.
- Siempre: legitimar con criterio humano lo que vale ser visto.
La curaduría no es una profesión que desaparece, es una competencia que evoluciona con la tecnología. Y en la era de la IA, se vuelve más necesaria que nunca.
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Conclusión: la curaduría nunca muere, se transforma
Hoy entiendo que mi sueño de ser curador no quedó atrás. Solo cambió de escenario.
De las salas de arte a las plataformas digitales, sigo haciendo lo mismo: seleccionar, jerarquizar, dar sentido.
La curaduría no desapareció con la inteligencia artificial. Evolucionó.
Y en esa evolución, descubrí que mi rol no solo se mantiene vivo, sino más esencial que nunca.